Te quiero

Me ofreces un jardín en plena primavera,
mientras construyes muros a su alrededor;
olvidas que el aroma retenido fortalece,
y en fisuras lentamente se derrama.

A veces tienes tanto miedo,
que no me miras avanzando junto a ti.
Y he tenido que callar al mundo que te quiero,
que me gustan tus manos tanto como las mías.
He tenido que callar mis labios,
y fingir que nuestras vidas no se cruzan,
y relegar el beso a un viaje entre aparatos tecnológicos.

Me he vuelto asidua de esperarte,
mala en el arte de interpretar tus movimientos tras pantalla,
actriz en drama de telenovela, novata en juegos de palabras.

Me he vuelto enredadera de los muros que levantas,
que ahora diré “te quiero” en letras,
para trepar el miedo que le guardas.

Cada dos días tus sentimientos rebasados
te exigen regresar al punto de partida.
Me vuelvo presa de las dudas,
deambulo en la indecisión de poner fin a nuestra historia,
resumida en besos de despedida en paradas de autobús.

Me he vuelto un tanto lo que tú no quieres,
y otro tanto lo que nunca pensé;
mirarte al otro lado fascinada con tus alegatos,
besarte y sentir que eres mío por un rato.

A dónde hemos llegado, que pensamos
que el amor es entregar un cuerpo y evadir su alma;
y justificar nuestro miedo al compromiso
diciendo que el amor no necesita un título.

Que de eso último hay algo de cierto,
para quererte no requiero el credo ajeno,
porque lo he hecho desde antes…
mucho antes que te diera el primer beso.





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